El Ministerio de Salud Pública anunció que realizará la toma de muestras de aguas en algunos puntos del río Pilcomayo. Fue lo confirmado por el director de la Dirección General de Vigilancia de la Salud, Guillermo Sequera.
Desde la cartera sanitaria informaron que ayer un equipo técnico ya partió rumbo a Pozo Hondo, Boquerón, para iniciar los muestreos de agua y buscar metales pesados.
La medida se da tras la publicación sobre el veneno no declarado a los pobladores que dependen del río tanto para tomar agua cruda como para la pesca, como única alternativa en la aislada zona de la región del Chaco.
ANTES DEL DERRAME. La presencia de metales pesados, como plomo, níquel, manganeso, se registró mucho antes del colapso del dique minero en Potosí, Bolivia, en julio del 2022, que las autoridades justifican queda aún muy lejos de Paraguay. Resultados laboratoriales de Bolivia y Argentina, del 2015 al 2017 y del 2021 muestran que en la Triple Frontera los valores superan los límites permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En mayo del 2022, técnicos de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS) también llegaron hasta la Triple Frontera y detectaron plomo y manganeso con valores fuera de lo aceptado para la salud, a pedido de Última Hora, Acceso Investigativo de Bolivia y El Tribuno de Argentina para una investigación transnacional.
En agosto del 2022, el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) también halló hierro y manganeso fuera del límite. Los resultados de los tres países a los que se pudo acceder no fueron comunicados a los pobladores afectados.
VIGILANCIA. Sequera señaló que el monitoreo de agua, sedimento y peces debe ser de manera permanente ante las variaciones que se puedan encontrar por las épocas. Para esta vigilancia, dijo que el desafío es grande porque se debe articular con el Ministerio del Ambiente, Ministerio de Obras Públicas, la academia, entre otros. Consideró necesario conformar una mesa de trabajo, atendiendo a que es un tema transversal.
Por el lado sanitario, indicó la importancia de tener ya una idea de la calidad del agua y qué evento de la salud estarán relacionados.
En la zona del Pilcomayo, describió que en los reportes más frecuentes aparecen problema de desnutrición, intoxicación alimentaria y diarrea.
Pero añadió que este territorio ribereño de por sí es una zona vulnerable por el aislamiento en el que viven. A esa vulnerabilidad se le suma otro factor más que son los metales pesados en el río que los alimenta.
Como una estrategia ante los altos costos que implica esta vigilancia, el director planteó que se puede identificar con qué indicador se tendrá una idea mayor del problema y se eligen dos o tres puntos de la cuenca del río y dos o tres especies a investigar.
ANIMALES. Consumir un animal que se alimenta del río también es una manera indirecta de ingerir los contaminantes, según los especialistas. En el caso del ganado, el agua puede tratarse; sin embargo, con los peces la situación es compleja porque absorben también los sedimentos.
“Todas las células del animal pueden captar o inclusive intoxicarse un poco por los minerales; entonces, al consumir el humano la carne, el cartílago, los diferentes tejidos, también consume (el contaminante)”, explicó Sequera.
El director de Vigilancia declaró que también es necesario monitorear toda la cuenca del río Paraguay, Paraná, Tebicuary y otros. “Siempre estuvimos acostumbrados a vigilar gérmenes, vectores, insectos, pero tenemos que ampliar a este espectro”.