De nuevo se vivió una jornada central de Caacupé con la llamativa ausencia del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, quien prefirió huir no solo de la crítica de la Iglesia sino de la posibilidad de los abucheos de la multitud.
Se estima que Abdo no quiso escuchar la crítica de la homilía central en relación con evitar la ideología de género en la malla curricular de las escuelas, atendiendo que su gobierno se encuentra promoviendo a tambor batiente la inserción de tal capítulo en el marco de la Transformación Educativa.
Pese a su ausencia, el celebrante fue muy duro con las autoridades, señalando en un momento de su mensaje que “ya no queremos tener autoridades corruptas”. También hubo críticas a la gestión de las negociaciones por Itaipu y el manejo del IPS
Para muchos observadores, el que está en gestión es el gobierno con mayor nivel de percepción en materia de corrupción en toda la transición. Todavía deben investigarse tragadas incluso con recursos de la pandemia.
Presencia con ejército
La única vez que se lo vio a Marito por Caacupé fue varios días previos, de improviso y con un ejército estimado en unos 300 policías y militares que hacían imposible que nadie se acercara a él.
El obispo Ricardo Valenzuela ofició la ceremonia litúrgica y desarrolló esta jornada el tema «La Virgen María convoca a los laicos para encarnar la Palabra», cuestionando en este sentido las amenazas de sectores de poder a la base principal de la sociedad.
«Es cierto que desde fuera están atacando a la familia como institución básica con el poder político, con el poder financiero, con las ideologías», señaló en su predicación el monseñor.
«Pero, de esa chispa comienza el fuego con las hojas secas que les dejamos en el camino a los que amenazan nuestra cultura, nuestra identidad. Si nosotros fortalecemos a diario nuestro hogar y le pedimos a Dios que sane nuestra heridas como familia y buscamos la reconciliación, volveremos a fortalecernos como paraguayos y no podrán con nuestra Nación, no podrán destruir la obra de Dios en nuestra familia», continuó.
El líder religioso sostuvo que la familia paraguaya «necesita valores» y mientras no entienda «qué somos» no se puede volcar en la moral. Sino que se tienen que autoexaminar su realidad, sus valores y sus límites.
Agregó que la corrupción imperante, la dinámica de la droga y su tráfico, las situaciones de extrema necesidad de los campesinos y obreros, los atentados contra la vida de tantas personas inocentes e indefensas también destruyen la convivencia ciudadana.
«Redoblamos nuestro llamado a asumir posturas que ayuden a erradicar dichos males que hieren a la familia. Pero ese ‘hacer el bien’ que en el fondo todos deseamos en el corazón no se puede convertir en realidad si no redescubrimos nuestra dignidad de personas», señaló Valenzuela.
Habló de ser valientes para asumir la parte de responsabilidad «en los males que hieren» a las familias del país.
El novenario de Caacupé giró, mayormente, en torno a críticas a la corrupción, las divisiones, injusticias, violencia, narcotráfico y muchas otras situaciones que afectan al país.
Los obispos y sacerdotes tampoco se olvidaron en sus mensajes de los campesinos e indígenas, que son objeto frecuente de violentos desalojos.
Entre la víspera y la madrugada de este jueves, después de dos años cargados de restricciones por el Covid-19, la Virgen de los Milagros fue saludada por miles de promeseros, que coparon las calles en la Villa Serrana.